Almudena Ramírez

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  Formación académica

  • Licenciada en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid en el 2008
  • Magister universitario en Psicología Clínica y de la Salud por la Universidad Complutense de Madrid.
  • Especialista en Técnicas Gestálticas aplicadas a la Infancia y Adolescencia en Umayquipa.
  • Especialista Universitario en Terapia Psicoanalítica en la Universidad Pontificia de Comillas
  • Psicología Evolutiva desde un Enfoque Gestaltico, en Umayquipa.
  • Nivel I y II de EMDR (Eye Movement Desensitization and reprocesing) por la Asociación EMDR España. 
  • Formaciones en Trauma, Apego y Disociación, Trastornos de Personalidad y Trastornos Psicosomáticos por la Asociación EMDR España.
  • Formación en EMDR con Niños y Adolescentes por la Asociación EMDR España 
  • Formación en las Técnicas Caja de Arena y Juego Terapéutico en Umayquipae.
  • Formación en Apego y Adolescencia en Umayquipae.
  • Formación en TEA (Trastornos del Espectro del autismo) en la UAM(Universidad Autónoma de Madrid) y en ALEPH( Colegio Especifico de TEA)

sobre mí

Siempre, desde pequeña, soñé con realizar una profesión de ayuda y/o enseñanza: medicina, enfermería, veterinaria, profesorado… Fue ya en la adolescencia donde conocí realmente en lo que consistía la psicología y su capacidad de acompañar el sufrimiento y crecimiento de la persona. Una persona muy cercana a mi enfermó de cáncer, y pude ser observadora de la enorme labor que realizó una profesional acompañándole en ese arduo camino. Comencé a leer entonces sobre el existencialismo y el psicoanálisis, y hasta ahora no he dejado de hacerlo, para tratar de desentrañar los entresijos de la mente humana. Además, entré en un proceso terapéutico propio muy enriquecedor que ha sido la línea directriz de mi camino y desempeño como psicóloga.

Cuando cursé Psicología, la exprimí al máximo a pesar de las limitaciones de la licenciatura. Lo vi como una base, como una entrada al entendimiento de la conducta humana, el cerebro y la mente. Se me quedaba corto lo que me enseñaron, y seguí leyendo y documentándome por mi cuenta. Cuando terminé la licenciatura, empecé a buscar otras alternativas para seguir aprendiendo y poder ayudar a la persona de una forma más profunda y holística. 

Primero valoré que lo más importante era la práctica, el contacto con la persona. Por ello realicé un Máster en Psicología Clínica donde entré en contacto con la terapia centrada en la persona e hice planes individualizados de rehabilitación psicosocial a personas con graves problemas de salud mental y adaptación social. Fue una experiencia que cambió mi vida y mi concepción del ser humano.

Me faltaban herramientas y opté por la escuela Gestalt que me ayudo antes en mi propia adolescencia y que veo ideal para gestión de emociones. Por ello empecé la formación para niños y adolescentes en Umayquipae. Luego la complementé con evolutiva de niños y adolescentes desde enfoque Gestalt, formación que me aportó una manera diferente y más completa de la evolutiva del ser humano que la que aprendí en la licenciatura. Un foco que me encanta es acompañar a los padres en el proceso de crianza desde el embarazo, cuando es un bonito proyecto que se va formando, y tratar de darles herramientas para entender y afrontar cada etapa de su hijo.

También decidí formarme en psicoanálisis, porque creo que es una corriente de la psicología que me ayuda a entender y explicar el funcionamiento de la psique de una manera más global y profunda. Todos tenemos una estructura a través de la cual enfermamos. Esa estructura se puede escuchar, no rechazar, sino integrar y, conociéndola, descubrir nuestros puntos fuertes y débiles. Es nuestra forma de “estar en el mundo”.

Y, por último, descubrí las técnicas más activas como el EMDR (Desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares, Caja de Arena y Psicodrama, técnicas para el tratamiento activo del trauma y el apego, siendo para mí herramientas muy potentes en el trabajo terapéutico. Éstas ayudan al procesamiento y la integración más adaptativa de la información de los eventos pasados vividos y registrados en la memoria; repercutiendo este trabajo en la mejora de nuestra gestión emocional ante situaciones presentes y futuras. Es decir, facilita el vivenciar y afrontar los eventos actuales y posibles que se nos puedan presentar en el futuro, de una manera diferente a la que habíamos aprendido en el pasado.

 A pesar de que la formación es un pilar básico en el trabajo de un terapeuta, para mí me han enseñado más las vivencias que he experimentado a lo largo de mi desempeño profesional. Una de las experiencias que más me han enriquecido ha sido el pasar por una institución como es un centro de menores. En él he podido vivir de cerca lo que es el trauma complejo, es decir, experiencias difíciles vividas en la niñez que dificultan el desarrollo adaptativo de las personas que lo viven. Este trauma lo he podido ver tanto en los propios menores como en sus familias, pudiendo trabajar a nivel sistémico el origen del mismo. Y es que la formulación del problema creo que tiene que ser sistémica, puesto que somos siempre parte de algo.

 Y continúo en este camino de formación y aprendizaje, porque es un camino que nunca se acaba de terminar, sobre todo teniendo en cuenta las diferentes situaciones que vamos encontrándonos en este mundo cambiante y diverso.