Biodanza, en palabras de su creador Rolando Toro, es un sistema de integración humana, de renovación orgánica, de reeducación afectiva y de reaprendizaje de las funciones originarias de la vida. Su metodología consiste en inducir vivencias integradoras a través de la música, el canto, el movimiento y situaciones de encuentro de grupo.
La integración humana se refiere al proceso que permite a cada persona vivir en armonía:
- Consigo misma, desarrollando una identidad sana con un pensar-sentir-hacer en coherencia.
- Con el semejante, restaurando el vínculo originario con la especie humana como totalidad biológica y el consiguiente amor al prójimo.
- Con el universo, recuperando el vínculo primordial que une al ser humano con la naturaleza y el reconocimiento de formar parte de una totalidad mayor, el cosmos.
En Biodanza la integración humana se consigue estimulando la función primordial de conexión con la vida. Esta función, que permite la existencia misma de la vida, está plenamente activada en todos los seres vivos a excepción de los humanos, que parecemos haberla atrofiado a través de un largo proceso de degradación de los instintos en aras de la culturización. El recuperar esa profunda conexión con la vida es un proceso de maduración interior que conduce a una actitud consciente desde donde se inicia de nuevo el contacto con lo primordial.
Biodanza favorece la renovación del organismo induciendo estados de equilibrio interno y reduciendo factores de estrés. Para ello se utilizan ejercicios que inducen estados de relajación profunda y disolución de la idea de sí mism@ construida a través de la culturización.
La humanidad ha llegado muy lejos en el desarrollo tecnológico que ha mejorado la calidad de vida de una parte de la humanidad. Sin embargo, el mundo moderno adolece de una falta de afectividad sana que queda patente en la dificultad notoria para establecer y mantener vínculos satisfactorios en todos los ámbitos de la vida (familiar, social, laboral, relaciones íntimas, política…)
Biodanza se practica en grupo y las interacciones entre los participantes, en un contexto de cuidado afectivo, permite que se desarrolle una forma de relacionarse más sincera y auténtica con un@ mism@ y con los demás, desarrollando así uno de los potenciales genéticos humanos por excelencia: la afectividad.
La función instintiva conforma una especie de sabiduría biológica que permite resolver situaciones de adaptación muy variadas. Sin embargo, nuestra tendencia cultural asocia los instintos a lo irracional, lo peligroso, y nuestro estilo de vida nos ha conducido a una represión y desconexión de los mismos.
En Biodanza se facilita la reconexión con los instintos para integrarlos en el estilo de vida contemporáneo. Esto permite responder de una forma más coherente a las propias necesidades orgánicas y, por lo tanto, colabora en el mantenimiento de la salud.
Si aún no conoces Biodanza, te invito a que pruebes este gozoso y transformador sistema.
Gema Rubio Egido.
Profesora de Biodanza SRT.